El pasado 20 de septiembre, la Alianza Agroalimentaria Aragonesa, celebró la “Conferencia sobre el vínculo entre campo y ciudad”.
Tuvo como objetivo principal poner las bases para un debate a futuro de más calado para el refuerzo de las relaciones entre lo rural y lo urbano.
En la jornada se contó con los principales expertos en la materia, tanto desde el ámbito científico, como el académico y el profesional del sector.
Se adjuntan las conclusiones del evento.
Proyecto financiado por Gobierno de Aragón y FEADER, en el marco del Programa de Desarrollo Rural 2014-2020
CONCLUSIONES DE LA “CONFERENCIA SOBRE EL VÍNCULO ENTRE CAMPO Y CIUDAD”
ALIANZA AGROALIMENTARIA ARAGONESA
- La alimentación es esencial para vivir y para hacerlo con salud. Sin embargo, la producción de alimentos ocupa un porcentaje muy pequeño en el Producto Interior Bruto (PIB). Resulta curioso que la agroalimentación no tenga una excesiva relevancia económica para el mundo, siendo que es vital para la existencia del ser humano, dado que estamos hablando de la base de su salud.
- Los consumidores, por desgracia, no son conscientes de dónde vienen los alimentos. El trabajo de los agricultores y ganaderos debe reconocerse y debe valorarse en su justa medida. La ciudadanía, si supiese todo lo que entra en juego para producir alimentos, no los vería caros, sino baratos. Por ello, el medio rural precisa de la complicidad del medio urbano.
- La sociedad actual no tiene conciencia de la existencia e importancia de la agricultura y ganadería. En otros tiempos la existencia de estas actividades era obvia y tenía una gran importancia para la sociedad. En la actualidad, en cambio, la transformación agroalimentaria y la distribución han adquirido el protagonismo, de forma que muchos urbanitas piensan que los alimentos “se fabrican”.
- El sistema agroalimentario se siente abrumado por las numerosas exigencias que se acumulan en poco tiempo. Antaño los procesos políticos eran más lentos pero ahora los cambios se aceleran, en referencia al bienestar animal, a los fitosanitarios,…; y se acaba demonizando al agro.
- Los consumidores son variados y complejos, con momentos, situaciones, circunstancias y gustos variopintos, por lo que hay que ser prácticos ante ello. No se debe perder de vista que la sociedad valora la calidad diferenciada de determinadas producciones agroalimentarias.
- El sector del vino, por poner un ejemplo paradigmático, ha sabido trabajar el tema de las emociones y ahora el terroir ha adquirido una gran relevancia. Parece como que al beber un vino estamos tomando una parte del territorio del que procede. Es, además, un sector que exportaba en torno a un diez por ciento de su producción, y ahora vende en el exterior en torno al setenta por ciento.
- Hay una falta de vocaciones agroalimentarias; hay demanda de profesionales pero no hay una oferta cualificada. Paralelamente, se está reduciendo el empleo agrario. Existe, no obstante, la posibilidad de apostar por otras actividades económicas, como la explotación forestal y el turismo. Y todo ello con una premisa clara: sin rentabilidad no hay desarrollo rural.
- El éxodo rural fue un fenómeno que comenzó hace ya bastantes décadas pero que todavía es reciente y aún quedan algunos vínculos entre el campo y la población urbana. El éxodo se produjo por el deseo de vivir mejor. También se dio porque existía una conciencia de desventaja a la hora de disponer de servicios públicos en los pueblos. En este aspecto la realidad es ahora distinta pero, eso sí, se precisa de tener coche que garantice la movilidad personal.
- La movilidad es fundamental, con el fin de poder acceder a los servicios públicos y a las ofertas privadas de los distintos sectores. Por ello, si antes hubo un éxodo rural con “viajes de ida sin vuelta”, ahora hay un movimiento continuo de personas entre lo rural y lo urbano.
- La brecha existente entre el campo y la ciudad es cada vez mayor; son dos mundos que se están alejando. Hace algunas décadas las personas que vivían en la ciudad aún tenían raíces cercanas en el campo y sabían cómo era éste; ahora, en cambio, los jóvenes tienen una mezcla de visión idílica fantasiosa y de menosprecio hacia quien vive en un pueblo.
- Algunas costumbres urbanas se han incorporado a los pueblos, como la dependencia casi permanente de los jóvenes a los teléfonos móviles. La tecnología puede, en cambio, ser una aliada para muchas personas que quieren huir de las ciudades grandes: el teletrabajo abre posibilidades de residencia en el medio rural para muchos profesionales.
- Hay pueblos pequeños que son muy activos desde un punto de vista cultural; sin embargo, son acciones muy locales, lejanas a los centros de poder y de decisión en esta materia. Se podría decir que la cultura nace de las aglomeraciones de creadores, y estos se dan cita en las ciudades grandes.
- Es importante que la sociedad urbana conozca la relevancia que tienen los ecosistemas rurales, por su contribución a la producción de alimentos, polinización, control del clima y generación de oxígeno. El medio rural debe ser consciente de ello, ya que, sumado al sentimiento de pertenencia, puede ser de gran ayuda para la autoestima de sus habitantes.
- Hay brecha entre el campo y la ciudad, dado que son dos mundos diferentes; no obstante, también hay vínculos, algunos de ellos idealizados. Esos vínculos hay que aprovecharlos para promover una conexión entre lo rural y lo urbano.
- Y se debe tener en cuenta a los protagonistas del medio rural, que son sus habitantes; hacer política y legislar desde lo urbano tiene consecuencias negativas para el campo, por lo que debería conocerse mejor qué es el medio rural y qué significa para el mundo.