Heraldo del Campo. Chus García 28/05/2023
El desierto ocupa el 60% del territorio israelí, pero su apuesta por la investigación y el desarrollo de tecnologías hídricas le ha convertido en referente en el uso racional del agua en la agricultura. Ahora, con una extrema sequía que está devorando los cultivos, son muchos los que miran hacia este país de Oriente Próximo
Israel está en boca de todos, incluso en la del ministro de Agricultura, Luis Planas, que, ante la falta de precipitaciones y el intenso calor del pasado mes de abril insistía hace unas semanas: «Hay que saber adaptarse. Yo siempre pienso en Israel». Lo ha puesto una extrema sequía que está provocando daños multimillonarios en los cultivos españoles y que ha reabierto el debate sobre la necesidad de adaptar los usos del agua a una escasez que viene de la mano del cambio climático. Puede sorprender que para diseñar ese futuro se mire hacia un país en el que el 60% de su territorio es un desierto, en el que apenas llueve –200 mm anuales– y cuando lo hace las precipitaciones están concentradas entre diciembre y marzo.